Este 3 de octubre se conmemoró por acá el 20 aniversario de la “(re)unificación” alemana… «Dos mentiras en una palabra», aseguraba Thomas Brussig – un «Ossi» (o antiguo ciudadano del Este) – en un número de la revista Cicero que encontré por casualidad en una cafetería el año pasado.
El autor de “Am kürzeren Ende der Sonnenallee” – el libro sobre el que se basa «El callejón del sol» (1999), la película – aludía entonces al 20 aniversario de la caída del muro, el 9 de noviembre de 1989, y sostenía que las dos Alemanias no se unieron en un nuevo proyecto de país, sino que la antigua RDA se adhirió a la antigua RFA sin refundar el proyecto nacional, que el país aún hoy no es uno y que no lo fue nunca antes en la forma actual.
Quizás halle tiempo para traducir ese artículo y otros dos que publicó hace poco el semanario Der Spiegel – el pasado, el presente y el futuro vistos por un ex «Ossi» y un ex «Wessi» – y dejar aquí un poco de «las mejores» cosas que creo haber leído sobre el tema por estos días, o sea, de las que más se parecen a mi propia verdad (o mi propia mentira).
Hoy empiezo con unos flashazos del diario TAZ, que hace semanas se adelantaba a la celebración convocando a sus lectores a debatir una pregunta: ¿Se ha ganado Alemania una fiesta? Como entre el resto de los alemanes que conozco, cada quien tuvo y tiene su propia respuesta, su experiencia personal, sus simpatías/antipatías partidistas, su proyecto de país. Aquí les dejo dos, un sí y un no:
Armin Petras, 46 años, director de teatro, guionista y director del Maxim Gorki Theater, en Berlín: festejar es algo cotidiano: siempre hay alguien de cumpleaños, que ha ganado algo o que trae consigo algo para beber. Los “días festivos”, sin embargo, son una construcción ideológica absurda, para unir a un grupo conformado aleatoriamente en una comunidad de destinos y creencias, que el grupo no constituye verdaderamente. El 7 de octubre de 1989 se celebró con gran pompa una RDA que ya no existía. El 3 de octubre de 2010 se celebrará una unidad que no existe. En vistas de que el único momento de “unidad nacional” en la historia alemana le costó la vida a 50 millones de personas, quizás esto sea incluso consolador. Pero, ¿festejar? Recordar es trabajar por el presente: combatir las contradicciones, perseguir la complejidad. Recordar, en este sentido, debería ser algo cotidiano y no el programa para un día festivo. Sería un sueño poder renombrar el “día festivo” (Feiertag) como día libre (freier Tag): un día libre de Alemania, libre de discursos, libre de eventos, en el que no tengamos que ser “un pueblo”, sino que podamos ser sencillamente población. Así tendríamos tiempo, el resto de los 364 días, para seguir buscando un lenguaje político y social común, una idea de convivencia que no necesite el título de producción “Alemania”.
Magdalena Tulli, 54 años, escritora polaca, “Esta vez” (“Dieses Mal”) es su último libro publicado en alemán: eventos afortunados, victorias no sangrientas, deben festejarse. Los lindos momentos tienen vida limitada. Un aniversario o también un día festivo nacional debe servir para recuperar la memoria sobre lindos momentos, para dar fuerza a la gente y confianza en el sentido de la vida. No como en mi país, Polonia. Nosotros sólo festejamos aniversarios de derrotas. Mientras más terrible la derrota, más grande el festejo. En Polonia pensamos a menudo sobre si el mundo sabe realmente que no fue la caída del muro la que liberó a esta parte de Europa. Pues, desde meses antes, en junio de 1989, el partido gobernante en Polonia perdió las primeras elecciones medio libres en el entonces bloque socialista. La caída del muro se convirtió en símbolo de la unidad de Alemania y Europa, porque esas escenas increíbles de la gente de ambos lados del muros abrazándose tocaron bien hondo los corazones. Muchos de nosotros se alegraron con los alemanes, aunque también muchos se asustaron. Los años pasaron. Se hizo evidente que no había de que asustarse. Nunca olvidaré las imágenes de la caída del muro. Aunque no las ví el 3 de octubre, sino el 9 de noviembre, el día del aniversario de la “noche de los cristales rotos”.