«#Brückentag» –o sea día «puente»–, seguido de «#matchfixingislegalinturkey» y «Tanz in den Mai» –entiéndase más o menos: «en Turquía es legal arreglar resultados competitivos» y «bailes de la madrugada del primer día de mayo». Estos eran los trending topics de Alemania en Twitter el pasado 30 de abril.
Mientras tanto, la ultraderecha –nacionalistas autónomos, neonazis o como quiera que se hagan llamar o se les llame–, se preparaba para marchar en grandes y pequeñas ciudades alemanas el 1ro. de mayo. Entre ellas, Bonn, la antigua capital federal, a un tiempo provinciana e internacional, desde donde ahora miro al Rin – mi propio Malecón –por la ventana.
Querían marchar a lo grande. Por el centro. Pero la ciudad se opuso. Los ciudadanos, diversas organizaciones civiles, los políticos. Buscaron vías para evitarlo. Hicieron presión, trataron, sin éxito, de prohibirlo legalmente. Se unieron. Se reunieron. Protestaron. Investigaron recovecos legales. Se agenciaron espacios y canales de comunicación, de movilización ciudadana.
Distribuyeron volantes y pósters por la ciudad. Filmaron videos artesanales en los que escolares y estudiantes universitarios, el equipo de baloncesto, empresarios, jóvenes y viejos políticos de izquierda y derecha, el alcalde, sindicalistas, funcionarios, músicos urbanos, los ciudadanos de a pie, tomaban partido.
Crearon una página web. “Bonn stellt sich quer”: Bonn se (les) atraviesa, se (les) opone. “Bonn es y seguirá siendo multicolor”, aseguró el alcalde.
Pero la democracia, los derechos civiles y políticos para todos, la libertad de expresión, de reunión, de manifestación, se impusieron. La policía no retiró el permiso concedido a los ultraconservadores «nacionalistas autónomos», a solicitud de un tristemente célebre rumano, que recorre Europa tratando de consolidar una «internacional»… ¿nacionalista?
Eso sí, se anunció una primera conquista: los neonazis trasladaron su marcha del centro de la ciudad al fondo de mi barrio, en Beuel, al otro lado del puente sobre el Rin. Las invitaciones a sumarnos nos llegaron por Facebook y por correo electrónico. Nos las enviaban, sobre todo, amigos y conocidos alemanes. Invitamos a otros. Especialmente a extranjeros. Algunos estaban enfermos. Otros muy ocupados. Otros no sabían si lograrían levantarse temprano. Otros no respondieron. Otro se sumó. Y otro. Otro que quizás… Y otro. Una cubana, de sobrenombre Paula, le dijo a la Deutsche Welle que no saldría de su casa, que tenía miedo.
Era un martes feriado. El lunes, sobre todo la noche del lunes, había sido noche de «puente». La noche de los bailes con que se espera aquí –resaca mediante– el amanecer del primer día de mayo. La noche, también, en que los novios arrastran árboles jóvenes por la ciudad, para colgarlos de las ventanas de sus novias, o viceversa. Un mensaje de amor lleno de tiras de colores –a veces, también, resaca mediante–.
La segunda conquista llegó la tarde antes: tampoco podrían marchar a lo grande por Beuel, sino sólo por la calle que sale de la estación de trenes, unas cuatro cuadras hacia abajo, y de vuelta. No más. El resto de la ruta había sido solicitada por los sindicatos a la policía varios días antes de que lo hicieran los neonazis. Un juez tuvo que recordarles, a las fuerzas de seguridad, que el permiso habría de ser para quienes lo solicitaron primero. En la noche, hombres, mujes y niños pintaron con tizas de colores las calles por donde marcharían los «marrones» – el color que designa a los neonazis: “Bonn es y seguirá siendo multicolor, no marrón”, escribieron por doquier.

Más de 2.000 policías de tropas especiales bloqueaban varias cuadras a la redonda en torno a la estación y la ruta.
Sindicatos, iniciativas ciudadanas, partidos y grupos políticamente activos de todo el espectro político. Desde la (ultra)izquierda hasta la derecha. Liberales, conservadores, verdes, socialdemócratas, piratas, socialistas, comunistas, anarquistas, antifascistas. Familias con niños, mujeres embarazadas, jóvenes, viejos, hombres y mujeres en la crisis de los 40 o los 50. Escolares, universitarios, analfabetos funcionales. Gays, heteros, bi. Alemanes, alemanes migrantes de primera, segunda, tercera o enésima generación. Turcos, kurdos, latinoamericanos, españoles, italianos. Rubios, negros, mestizos, árabes, asiáticos. Cristianos, musulmanes, ateos, y quién sabe si hasta budistas zen. Más de 1.000 personas se reunieron frente a la estación de este barrio pequeñito donde nunca pasa nada trascendental.
Más de 2.000 policías de tropas especiales bloqueaban varias cuadras a la redonda en torno a la estación y la ruta. El plan A, bloquear la estación o la ruta con «sentadas», fue abortado tras negociaciones infructuosas con la policía y dos intentos fallidos de los más jóvenes y atrevidos por hacer presión para romper el bloqueo policial. El argumento en contra, claro y contundente: spray de pimienta. El plan B: contra-manifestación pacífica sostenida.
No llegaron por la estación central, sino por nuestra alejada estación de Bonn-Beuel. Eran entre 150 y 200. Y tuvieron que ser cacheados durante una hora, uno por uno, para evitar el uso de bombas, armas, y etcéteras similares, durante el ejercicio de su derecho a la libertad de expresión. No sería la primera vez. Muchos de los visitantes tienen antecedentes penales. Algunos han sido investigados en relación con el apoyo recibido por la recientemente descubierta célula terrorista NSU (a la que se atribuyen el asesinato de ocho civiles turcos o alemanes de origen turco, uno griego y una policía alemana, además del intento de asesinato de otro policía, dos atentados con explosivos y varios asaltos armados a entidades bancarias, sin que la policía o los servicios secretos dieran con sus miembros y cómplices en los últimos 14 años).
No pudieron usar la puerta principal. Activistas madrugadores, que se adelantaron al bloqueo policial de las vías de acceso a la estación, bloquearon la salida. Los sacaron por la puerta trasera, junto a los contenedores de basura. Y finalmente marcharon. Los recibimos con silbidos. Gritos de “fuera”, “pueden irse a casa”, “piérdanse, nadie los echa de menos”. Carteles del tipo: “Hagan como vuestro Führer! Qué tal si se suicidan?”
La gente del barrio saca sus cazuelas para conjurarlos. Un joven hace estruendos con su guitarra eléctrica y deja claro que sus consignas de odio no son bienvenidas.
Dos niños músicos se asoman por la ventana de edificios contiguos y hacen sonar sus trompetas, la gente aplaude. Una abuela toma el micrófono para decirnos, simplemente, con la voz rota: “nosotros, los que peinamos canas y vivimos una vez bajo la hegemonía nazi, estamos tan orgullosos de acompañarlos hoy aquí…”. No dice más.
Los más radicales chicos «antifa«, de pura rabia, lanzan unas papas, naranjas y coles que sólo alcanzan a los policías. La multitud los frena. No tiene sentido. Los neonazis están una cuadra más allá. Así que les recuerdan el plan B: contra-manifestación pacífica sostenida.
Llevo una banderita cubana al cuello y una camiseta que pone “Rheinländerin” –habitante de Renania, renana. Me subo sobre los hombros de Tomás y grito a voz en cuello: «Nazis raus» –nazis fuera–. La gente me mira y sonríe, gritan conmigo. Y antes que se nos acabe la voz, nuestros indeseables visitantes, por fin, se van.
Los policías, traídos también de otras ciudades, relajan sus rostros y sus gestos. Me he estado preguntando todo el día que pasará por sus cabezas mientras nos miran y los miran. Mientras median entre ellos y nosotros, con la peor cara posible.
Uno se queda mirando mi camiseta al pasar, tratando de sostener la cara de servicio. Lo reto a sonreírme. Agito mis manos y le muestro hasta las muelas del juicio, en la mejor de mis sonrisas: ¡hola! Y ya no se aguanta: ¡Qué vivan los renanos! –arenga, y me muestra también sus muelas del juicio.
Oye pa’llevar tanto tiempo perdida vinistes por la goma!!. Orgulloso porque hayas estado ahi y hayas sacado la cara..
gracias Julio! un abrazo!
Orgulloso yo también! Me encantó la foto de Tomás cargándote y tú en pleno apogeo. Y me alegra saber que hay tanto consenso contra el color marrón.
sí, Nesti, eso es un alivio! Gracias por el orgullo ;-)
♪ ♫ ♩ Roooosa, que linda eres ♪ ♫ ♩ ♬
Mija, soy la amiga de Rafael y de la Mensa, por casualidad ahora he encontrado tu blog y me gusta cantidad, las observaciones, las fotos, la perspectiva… Oye, tengo en mi casa una copia de J de los M (que no es Juan de la Mensa!) und ich habe schon eine Idee, was man damit machen könnte… Un abrazo!
Pd: Echa un vistazo aquí – una película nueva con Daniel Brühl!
http://www.havana-cultura.com/de/int/blog/385
Hola «anna de la mensa», jajajaja, bienvenida a «Labana»… Oh! J. de los M.? Really? quiero verlaaaaa :-D !
negra, leo y disfruto todo lo que escribes, me he convertido en un amante a los blogs por ti, nunca comento, pero los leo todos… ah… en la foto en la que estás en los hombros de Tomás es como estuvieras en un carnaval de La’BaNa…. Saludos a Tomás, besos para ti, tu cuñi
Rosita, cuando nos veamos la próxima vez en la Mensa podemos hacer un plan (un plan muy alemán, por supuesto) para verla juntos. — Oye, me cuadra muchísimo tu foto!